Hay miradas que interrogan. La mía es una de ésas. Cuando miro a una persona me pregunto por cuáles son sus sueños. Me gusta conocer las fantasías que pueblan la imaginación de mis nuevos amigos, descubrir sus ilusiones y, una vez descubiertas, mi gran pasión es intentar que se hagan realidad. Quien me conoce y ha tratado de cerca dice que eso es algo que se me da muy bien, que la combinación que se da en mí de simpatía, belleza, sensualidad y cercanía ayuda mucho a ello. Me gusta pensar que dicen la verdad y que en verdad soy, como afirman, una especie de maga que fabrica paraísos a medida. Quizás por eso son tantos los caballeros que tienen mi nombre, Camila, apuntado en un lugar privilegiado de su agenda: porque encuentran en mí la cómplice perfecta, la mujer que les condujo donde siempre soñaron llegar.